Para la confección de una voz

Juan Santander Leal 

¿Qué cosa puede haber más afrentosa,
que ser huéspedes toda nuestra vida?

La Araucana: VII, 29

MATERIA

Esto tiene que parecer una guerra,
no puedo escribir sobre el amor.
El canto debe ser solemne,
                                       verdadero,
sobre todo púrpura y verdad.
Para que algún día tengan arte
para que nunca olviden
por qué hablarán
la lengua de Castilla
para siempre.

 

INVENCIÓN

El aroma del papel bajo la tinta.
El vocabulario, la imaginación, las influencias.
El conocimiento de la guerra
                                       a través de la lectura.

La memoria no sirve para nada
cuando tienes que inventar un mundo.
Sólo son útiles las armas, el caballo
tal vez la pluma
esperar
que la violencia haga su trabajo.

Alguna vez me pregunté
que dirían si pudieran escribir octavas,
si tuvieran un Virgilio natural.

Ya no importa,
han demostrado ser infieles
y valientes.
Eso es todo.
El aroma de la piel bajo la sangre.

 

MEZCLA

Para mezclarnos
mezclamos la semilla.

Trigo paterno
para los largos campos.

La vid sagrada
para los tibios valles.

La seda blanca
para los atavíos.

Caballo y tinta
para los mensajeros.

Damasco y roble
para las catedrales.

Para que ellos
lleguen a ser nosotros.

 

LÍMITES

¿Quién los hace preferir siempre la muerte?
¿Quién forjó el metal que les cubre la cabeza?
¿Por qué guardan memoria entre el cuero de sus bestias?

 

NOMBRE

Cuando mataba
a uno de nuestros soldados
gritaba con toda su fuerza:
Inche, yo soy, yo me llamo
y decía su nombre.
¿A quién se dirigía?

 

JINETES

Los he visto comer, desnudarse y rodear
como insectos una nimia luz entre la noche.
Hemos aprendido una a una sus costumbres:
cómo se traicionan por un puñado de polvo.

 

DECLARACIÓN

Antes vinieron los Ingas con sandalias de oro,
Almagro junto a un montón de penitentes,
Valdivia fue el primero en estar bajo la tierra.
Todos llegaron con sus dioses,
sus monedas, sus hongos,
su harina, sus cadáveres
cayeron rendidos al aroma de los bosques.

Nosotros, la cerviz, llegamos a deshora,
probamos al guerrero de la tierra
rodeamos los paisajes de su cuello
castigamos sus axilas y sus ojos.
Cuando estaba atado, de rodillas,
escondiendo la mirada
le dijimos:

“Es hora de que llegue la Historia,
el zumbido de un insecto de mármol,
es hora de la Religión
con sus olivos en campos amarillos, la Geografía
rodeada por océanos y aceite…”

 

SUPERFICIE

Las islas bien formadas
la costa de recios brazos.

Los valles de gran espalda
persiguen a la floresta.

Las llanuras desbarbadas
cortan los ríos adolescentes.

El bosque de fuertes piernas
corre hacia el lago de duros nervios.

La meseta de gesto grave
hiere la sierra con su alabarda.

 

VIAJE

Hablo
de lo que junta el lago en sus orillas,
de lo que vuelve con el granizo.

Otra tierra no hay
más allá de estos huesos,
ni otra costa
más allá de mi pecho.

Canto para los que se han ido
lejos del firme sol de invierno.

 

AQUÍ LLEGÓ

Lo vi bajar de su piragua y alejarse,
buscaba el árbol más notorio de la isla.
Tomó una punta de fierro con la mano,
cortó levemente la corteza del gigante.
Desesperado, trazó pequeñas líneas
como queriendo decir: Inche, yo soy, yo me llamo.
Sus compañeros lo llamaron con gritos,
tenían miedo, comenzaba la tormenta.
Cuando volví donde mi madre, ella me dijo:
“Si era un hombre, quería dejar su rastro”

 

VISITANTES

No éramos la lucha del mar contra la tierra.
No éramos la explicación de las frecuencias del alba.
No éramos el sol que bota grano hasta la mesa.
No éramos pradera ni sombra que rodea los caminos.
No éramos fruta ni humedad que afecta las pupilas.
No éramos la ceremonia macerada por el tiempo.
No éramos faunos ni deidades translúcidas.
Ni la codicia éramos, las estaciones, los visitantes
que detrás del álamo aparecen con ofrendas.
No éramos los caballeros enseñados bajo el vitral del corazón.
No éramos los animales que traíamos, la oscura vendimia,
la peste que traíamos en las extremidades de la lengua.

 

DILUVIO

Donde una vez puse mi cuello
ahora veo correr el agua.

Bajo el lugar donde dormía
un charco triste apareció.

En el cerro donde vi el mar
lloverá por mucho tiempo.

La naturaleza tal vez olvide
los hechos de los hombres.