La Araucana, su golem y la metáfora de su memoria quebrada

 

Bernardo Colipán Filgueira

 

             La Araucana constituye un primer relato totalizador que ordena  un tipo de memoria estableciendo los hechos y los personajes en un secuencia constituida por una vértebra épica, mediante la cual se narra el encuentro de dos etnias. Este relato épico en octavas reales se constituyó con el tiempo en la relación de un etnia dominante por sobre otra subordinada.

         Aún así, en sus primeros cantos se advierten todos los aspectos sociales todavía presentes en la sociedad mapuche actual. Es posible, por lo mismo, reconocer la autoridad de los Lonko y la existencia de los Kimche[1] e identificar una nación articulada en Aillarehue[2] capaces de movilizar a todo un pueblo desde el Pikun Mapu[3] hasta el  Willi Mapu[4]; junto a ello se advierten normas establecidas y cohesionadas en una estructura socio-cultural llamada Ad Mapu[5]. Todas estas son situaciones que llamaron mucho la atención al poeta, lo que permite suponer que estuvo asesorado por Weupife[6] y soldados veteranos. En relación a este primer orden de la memoria, Neruda dice de Ercilla: “A él le debemos nuestras constelaciones. Nuestras otras patrias americanas tuvieron descubridor y conquistador. Ercilla no sólo vio las estrellas, los montes y las aguas, sino que descubrió, separó y nombró a los hombres y al nombrarlos les dio existencia. El silencio de las razas había terminado.” [7]

            Sin embargo, junto a este orden aparente que demuestran los cantos, existen también pliegues, ciertas trampas en la memoria que con el paso del tiempo se comienzan a visibilizar nítidamente: un concepto patriarcal que en un contexto colonial instala un padre simbólico que rige el poder, representado por  una figura  sin raza, etnia, clase y tradición escrita. El padre representado acá, se asienta en una estructura hegemónica y siendo, en definitiva, un patriarca blanco y occidental, trae consigo una  pluma con la que se escribe a sí mismo al escribir también a los Otros.

         Este poeta  de la conquista, que escribe y fija al Otro (mujer, indio, tierra, oralidad) en su propia tradición escrita,  establece el poder de determinar su propia posición respecto a lo que construye. Sin duda, la primera saga de este gran relato está presente en las cartas de Pedro de Valdivia, el primer encomendero. Le sigue a éste la pluma del estado nación  que construye al araucano como el sujeto que se proyecta en un símbolo conveniente a la construcción de un ideario nacional y al mapuche como el sujeto humano al margen de la sociedad escrita. La Araucana deviene así en un gran pez, un escualo con su propia gramática, que es capaz de otorgar sentido a nuevas narrativas nacionales posteriores, en donde confluye la ecuación de memoria y poder que construye su relato narrándonos a todos.[8]

            En la cultura mapuche el ejercicio de la memoria es referido en un registro variado de palabras: “tukulpanzungun”, por ejemplo, vendría  a ser el ejercicio de traer a los antepasados al presente y “kuifikezungun” sería traer los hechos tanto comunes como significativos al momento en que nuestro corazón los quiere oír.

          Como existe una débil membrana entre la memoria y el olvido, el ejercicio de desmontar el relato que desde  fuera nos ha constituido nos lleva a establecer un arco estrecho de relaciones entre este primer relato totalizador – que, repito,  nos construyó como sujetos simbólicos-, y los que después se colgaron a él desde una memoria oficial. Y es que como mapuches siempre estamos enfrentados a cantos y ecos de un tiempo pasado que se filtran por los pliegues abiertos de una siempre hegemónica textura simbólica elaborada por una cultura dominante.[9]

        Desde el punto de vista etnonacional, La Araucana tiene como argumento la rebelión de los indígenas araucanos y su sometimiento por las tropas españolas. Ercilla fue soldado de la guerra que cuenta y celebra; historiza la poesía y poetiza la historia. De la historia se selecciona lo que se estima poetizable, es decir, aquello que es capaz de adquirir cierta categoría estética,  y a lo histórico se le añade una cierta dosis de elementos poético-fantásticos.

          Está claro que los mapuches son elevados a una categoría mítica, mientras que los españoles se mantienen en el terreno de lo real, de lo histórico. No cabe duda, a fin de cuentas,  que La Araucana  fue capaz de producir  ciertos tótems o figuras arquetípicas que cada cierto tiempo reflotan e influyen notoriamente en el imaginario nacional.

La Araucana como un dispositivo de la mentalidad colectiva.

         Los personajes y situaciones del poema, despojados de sus corpus literarios y tempranamente devenidos en formas arquetípicas de uso corriente, han servido de diversas maneras a la causa republicana, ocultando la condición concreta reservada al indígena real por la institución chilena.

          Para explicar y fundamentar lo expuesto, vale la pena acudir a otro ejemplo literario: en 1978 Jorge Luis Borges publica en el Libro de los seres imaginarios  un poema llamado “El Golem”; en él menciona al rabino Judá León quien, con permutaciones y complejas variaciones, da vida a una criatura llamada Golem la que, finalmente, adquiere vida y condición propia lejos de su creador.

          El Golem mapuche creado desde el primer relato titulado La Araucana, aparece también cada cierto tiempo lejos de su propio sujeto o molde, recordándonos desde lo hegemónico que el nombre es el sentido de la cosa, de lo creado. Este Golem como material epopéyico  es trastocado y maquillado en cada celebración cívica. Por una parte, la oligarquía poseedora de la tierra exacerba la condición heroica del araucano y, por otro lado, lo despoja de sus territorios. A falta de templos imponentes o palacios antiguos, se dice que Chile tiene un monumento en versos orientado a la apología de su población más ruda.

        José Victorino Lastarria en 1844 nos habla de este Golem mapuche de la siguiente manera: “Confieso, señores, que yo habría preferido para mover nuestros corazones con el entusiasmo de la gloria o de la admiración… de la cordura de Colocolo, de la prudencia y fortaleza de Caupolicán, de la pericia  y denuedo de Lautaro, de la ligereza y osadía de Painenancu.” [10] Y Andrés Bello, por su parte, señala: “El sentimiento dominante de la Araucana es de una especie más noble: el amor a la humanidad, el culto de la justicia, una admiración jenerosa del patriotismo i denuedo de los vencidos”.[11]

           Los criollos independentistas vieron en la guerra araucana el antecedente inmediato de la lucha anticolonial y por esta razón construyeron un discurso que retomaba las viejas banderas de Lautaro y Caupolicán.

          En este mismo sentido, Simón Bolívar en su Carta de Jamaica se refiere a los indios americanos como “fieros republicanos de la Araucanía, ¿Qué son los semidioses de la antigüedad al lado de nuestros araucanos? El Hércules de los griegos en todos sus puntos de comparación ¿No es notablemente inferior al Caupolicán y el Tucapel de los Chilenos”[12].

         La población chilena actual revela en su apariencia física las huellas de un sostenido y amplio mestizaje; sin embargo, los compatriotas prefieren no reconocer plenamente esa filiación ancestral, salvo los aspectos más celebrados  de las figuras simbólicamente positivas presentes en La Araucana, idealizadas y  mediatizados por arquetipos.

         A este respecto el novelista decimonónico Alberto Blest Gana, profiere, sin ningún rodeo, estas frases que aún se mantienen en el inconsciente colectivo nacional: La Constitución (de 1828) abolió los títulos, mas no pudo abolir la nobleza por dicha nuestra… Bien que muchos pretenden que no es ilustración ni el brillo intelectual lo que estas familias nobles se han encargado de perpetuar, puede a los tales respondérseles  que en cambio han conservado la pureza de la raza, lo que es una base de progreso en todo  país sensato, y van transmitiendo a sus herederos la blancura del cutis, sin lo cual cualquiera podría tomarnos por verdaderos indios, sin que nos quedase el derecho de ofendernos por tan insultante equivocación.”[13] 

         Siguiendo la huella del impacto del primer Golem creado por el poema de Ercilla, en 1817 los jóvenes patriotas se reúnen en una sociedad secreta llamada “Logia Lautarina” y apenas abiertas las hostilidades, los  rebeldes tomarán por divisa dos versos de La Araucana: “Muertos podremos ser, mas no vencidos. Ni los ánimos libres oprimidos”.

            Más tarde, en 1818, luego de derrotar a los españoles, Bernardo O’Higgins se encuentra con el extraño hecho de que los mapuches apoyaron a los peninsulares: “¿Quién no creería  que esos pueblos sean  nuestros aliados en la lid que nos obligó al enemigo en común? Sin embargo, siendo idénticos nuestros derechos, disgustados por ciertos accidentes inevitables en guerra  de revolución, se dejaron seducir por los jefes españoles”.[14]

           Pero a pesar de aquello, la influencia del poema épico fue, antes y después de estas palabras del Director Supremo, continua y poderosa. Prueba de esto es que el primer escudo de armas de Chile muestra a dos araucanos como íconos principales; más tarde, cuando este símbolo patrio ya se ha entronizado en las filas independentistas, acontece la “guerra a muerte”. Posteriormente “La Aurora de Chile” es reemplazada por el “Monitor Araucano” y el primer navío de la flota patriota es bautizado con el nombre de “Lautaro”.

         Por su parte, a mediados del siglo XIX el erudito Abraham Koning señalaba: “que España nos perdone, pero Ercilla es el primer escritor chileno, fundador de nuestra historia nacional”. Koning, como cumpliendo un sagrado deber patriótico, emprende una versión oficial del poema cuya publicación data de 1888 y va acompañada de la mención “edición para el uso de los chilenos, con noticias históricas, biográficas i etimológicas”. No hemos de olvidar, por último, que el primer regimiento que ingresa al territorio mapuche es el Regimiento Caupolicán[15] y ese mismo año la Guerra de la Pacificación se halla consumada.[16]

          La nación también constituye una narración, por lo tanto La Araucana fue suscrita dentro de la áspera prosa del poder en el proceso  de construcción del estado nación chileno.

          Se evidencia, al considerar estos datos, la particular ambivalencia que persigue y de algún modo sustenta la idea de nación en nuestros próceres, políticos e intelectuales y el lenguaje de los que escribieron y aún escriben a partir de ella.

        La Araucana generó la emergencia de una racionalidad política nacionalista como una forma narrativa prestigiosa y desarrolló ejercicios de desplazamientos metafóricos y apropiaciones simbólicas que han validado procesos políticos muy concretos e históricamente situados. Con el paso de los siglos, ya es posible  ver los desplazamientos y los choques que afectan a tales símbolos y discursos. Por ejemplo: la república puso nombres a determinados lugares como Lautaro, Galvarino, Ercilla y son esos los lugares, paradojalmente,  donde en la actualidad existe  la mayor represión en lo que la prensa oficial ha denominado “el conflicto mapuche”.

        El diario El Mercurio de Valparaíso en 1859 menciona: “Los hombres no nacieron para vivir inútilmente y como los animales selváticos, sin provecho del jénero humano, y una asociación de bárbaros, tan bárbaros como los pampas o como los araucanos, no es más que una horda de fieras, que es urgente encadenar o destruir en el interés de la humanidad y en bien de la civilización”[17].  Y Vicuña Mackenna, parlamentario chileno señala: “Brutos indomables, enemigos de la civilización, adoran solo los vicios en que viven sumergidos, la ociosidad, la embriaguez, la mentira, la traición y todo ese conjunto de abominaciones que constituyen la vida salvaje.”[18]

        Conocer la retórica en la que se instala la nación nos lleva a tocar la memoria mas profunda, el tiempo mas largo, la racionalidad que esta detrás de las tendencias autoritarias.

        Sin duda, la perspectiva ambivalente y antagonista de la nación como narración, establece las fronteras culturales de ella, de modo que puedan ser reconocidas como tesoros “contenedores” de sentidos, que necesitan ser cruzados, borrados y traducidos en un  proceso de significaciones culturales.

          Se trata de llegar a una reflexión y a la construcción de un relato para que el “otro” nunca esté más afuera o mas allá de nosotros, sino que lo pensemos  también “entre nosotros”, pues el estado nacional ha podido hacer que los sujetos explotados, desposeídos, marginales y dominados dentro de sus fronteras se sientan, junto a la clase política dominante,  partícipes  de una identidad común.

          Pero en la actualidad, existe una  liberación epistemológica puesta en marcha por la poesía mapuche contemporánea en su afán por matar al padre del primer poema escrito desde el territorio mapuche. Esta ha consistido  en desarticular la creencia en una imagen, que no es más que un reflejo de la manera en que el discurso colonial ha producido un Golem y sus agentes subalternos.

         El proceso de subjetivación llevado a cabo por los poetas mapuches, único en la poesía chilena  contemporánea, construye un germen para una transformación epistemológica de sus propios horizontes narrativos. Tal situación, por cierto,  va a incidir en las significaciones culturales que se elaboren sobre el sujeto que narra  desde su  propia orilla y en las representaciones que los poetas  elaboren  desde una realidad, un espacio, un tiempo y una memoria apropiada a su condición de escritores indígenas contemporáneos.  

Bibliografía.

Bhabha K, Homi. El lugar de la cultura. Manantial , Buenos Aires, 1994.

Bhabha K, Homi. Narrando la Nación. www.cholonautas.edu.pe. Biblioteca virtual de Ciencias Sociales.

Barraza Eduardo. De la Araucana al Butamalon. El discurso de la conquista y el canon de la literatura chilena. Estudios filológicos, Valdivia , Chile , 2004.

Cristóbal, Vicente De la Eneida a la Araucana . Cuadernos de Filología Clásica. Estudios latinos, 9-1995. Servicios de publicaciones UCM. Madrid.

Láscar, Amado  .

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Mezzadra, Sandro et al. Estudios postcoloniales. Ensayos fundamentales. Edición Traficantes de sueños, junio 2008.

Pinto, Jorge. (Editor)Del discurso colonial al proindigenismo. Ensayos de historia latinoamericana. Ediciones de la Universidad de la Frontera, Temuco, Chile, 2006.

Rojas , Waldo .La Araucana de Alonso de Ercilla y la fundación legendaria de Chile”. Del Araucano ideal al Mapuche terreno. Documento.


[1] Kimche : sabio mapuche.

[2] Aillarehue: Agrupación de nueve rehue. Constituye la organización territorial en la cual se articulaba la organización social mapuche al momento de la invasión española. Un rehue se entiende como la agrupación de varios Lof o territorios. Un Lof cohesiona a su vez a varias comunidades y estas se encuentran constituidas por varias familias.

[3] Pikun Mapu : Etimológicamente significa “tierras ubicadas al norte”.

[4] Willi Mapu : tierras ubicadas al sur del territorio mapuche.

[5] El Ad Mapu constituye el referente social y político que otorga sentido a la vida del mapuche en comunidad. En el Ad Mapu -nuestro código civil consuetudinario- están cifradas las tres dimensiones  de las cuales está compuesta la realidad: la relación  o vínculo entre tierra – hombre – naturaleza. También ordena  el sistema organizacional mapuche, la organización religiosa (mundo simbólico) y el sistema socio- político; en rigor la forma propia y diferenciada de concebir y estar en el mundo, desde todas sus dimensiones.

[6] El weupife, al interior del orden socio-cultural, posee la función del narrador de hechos y episodios históricos relevantes para la comunidad y el lof.

[7] Citado en “La Araucana de Alonso de Ercilla y la fundación legendaria de Chile. Del Araucano ideal al Mapuche terreno”. Waldo Rojas, pp3.

[8] En palabras de Bhabha K, Homi constituye “la áspera prosa del poder que cada nación esgrime en su propia esfera de influencia”, en Bhabha K, Homi. Narrando la Nación. www.cholonautas.edu.pe. Biblioteca virtual de Ciencias Sociales. pp 1.

[9] Se puede decir que las primeras imágenes favorables al mapuche, se tornaron negativas cuando éstos robustecieron sus resistencia al poder colonial existente. Para Holdenis Casanova  los españoles “más que plantearse el problema de cómo eran realmente los mapuches, la cuestión  esencial fue qué hacer con ellos, qué mecanismos utilizar para vencer sus oposición y transformarlos en sujetos funcionales.” La construcción de la imagen del bárbaro, del salvaje que no  tiene alma, el incapaz relativo, se sostuvo en un principio en común: en la negación del” otro” que lo situara en un horizonte social de tipo asimétrico, que justificase  y reglamentase una relación de poder y subordinación. En Casanova, Holdenis, La Araucanía colonial: Discursos, imágenes y estereotipos   ( 1550-1800),en “Del Discurso colonial al proindigenismo “. Jorge Pinto. Edic, UFRO,1996.pp 80

[10] Citado en: Láscar, Amado.”Lo Chileno en tierra mapuche. Héroes de  pluma“ , Mosquito Editores .Chile, 2007.pp 41. 

[11] Op.cit. pp 39.

[12] En la misma Carta de Jamaica  Simón Bolívar señala: “El Reino de Chile, poblado de 80.000 almas, esta lidiando contra sus enemigos que pretenden dominarlo; pero en vano, porque los que antes pusieron un término a sus conquistas, los indómitos  y libres araucanos, son sus vecinos y compatriotas; y su ejemplo sublime es suficiente para probarles, que el pueblo que ama su independencia al fin la logra”. En  Láscar, Amado.”Lo Chileno en tierra mapuche. Héroes de  pluma”, Mosquito Editores .Chile, 2007. pp 19.

[13] En “La Araucana de Alonso de Ercilla y la fundación legendaria de Chile. Del Araucano ideal al Mapuche terreno”. Waldo Rojas, pp 4 .

[14] En Láscar, Amado.”Lo Chileno en tierra mapuche. Héroes de  pluma”, Mosquito Editores .Chile, 2007.pp 21. En la constitución de O”Higgins del año  1822, se expresa claramente quienes serán chilenos, estableciendo que dicha condición será para todos los nacidos en el territorio de Chile, y que dichas personas serán iguales ante la Ley, sin distinciones de rango ni de privilegios. Pero por otro lado, en la misma constitución, se expresa claramente que no todos los chilenos podrán serlo, sólo quienes sean mayores de veinticinco años o casados y que sepan leer y escribir”. Desde ya, en el nacimiento del Estado- Nación, los mapuches quedan fuera del proyecto moderno, pues en su mayoría no saben leer ni escribir el castellano, ya que poseen una cultura distinta sustentada oralmente en el Ad Mapu  y con un lenguaje propio : el mapudungun.

[15] El Batallón Caupolicán, llega proveniente de la Guerra del Pacífico a la Frontera en noviembre de 1882  y después de la expedición a Villarrica el año 1883, se instala como guarnición en el Alto Bío Bío y otros fuertes de avanzada. Ver en: Navarro Leandro. “Crónica militar de la conquista y pacificación de la Araucanía desde el año 1859 hasta su completa incorporación al territorio nacional. Chile.”  Pehuén editores, 2008, pp  402.

[16] En “La Araucana de Alonso de Ercilla y la fundación legendaria de Chile. Del Araucano ideal al Mapuche terreno”. Waldo Rojas, pp 15. Formalmente la declaración de guerra contra los mapuches la extiende por decreto el presidente Manuel Montt el 17 de septiembre de 1859. Entre sus puntos se autoriza invertir veinticinco mil pesos en gastos extraordinarios de guerra, ocho mil pesos en guerrillas y partidas sueltas que auxilien al ejército de la ocupación; también consideraba pago para que espías se introduzcan en las comunidades para proveer de datos a la comandancia a cargo de la guerra. La Guerra de la Pacificación se extiende desde el año 1861 hasta el  1° de Enero de 1883, fecha en que el  ejército ocupó las antiguas ruinas de la ciudad de Villarrica y fundó la nueva población. Epulef, lonko principal del territorio, intentó organizar la resistencia, pero ya todo estaba consumado. Ver  en: Navarro Leandro. “Crónica militar de la conquista y pacificación de la Araucanía desde el año 1859 hasta su completa incorporación al territorio nacional. Chile. ” Pehuén editores, 2008, pp  35.

[17] “La civilización y la barbarie”, El Mercurio, 25 de Junio de 1859.Citado en “Del Discurso colonial al proindigenismo”. Jorge Pinto. Ediciones UFRO,1996.

[18] “Primer discurso sobre la pacificación de Arauco”, 9. 8. 1868. en “Obras Completas de B. Vicuña Mackenna”, Vol. XII , pp 410-411. Op. Cit.